La pandemia pone de cabeza el trabajo, los rituales religiosos, las vacaciones de Pascua y el duelo.
| Un entierro en São Paulo, BrasilVictor Moriyama para The New York Times |
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¿Por qué no se hacen suficientes pruebas? |
América Latina y África compiten contra Estados Unidos y Europa con mucha desventaja para conseguir equipo y materiales médicos que hoy son de crítica importancia. |
...y aquí algo para tu fin de semana |
El brote en breve: así lo pasan nuestros lectores |
| Una mujer en un balcón de Buenos Aires. El gobierno argentino extendió la cuarentena hasta el 26 de abrilNatacha Pisarenko/Associated Press |
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Acontecimientos largamente anticipados se fueron por la borda: Una misa por televisión en lugar de una visita a la Virgen del Cisne. Días de teletrabajo en vez de un viaje estilo Sex and the City con las amigas. Una llamada telefónica a casa que no sustituye las torrijas de mamá. El encierro en lugar de las bodas de oro de una pareja de Tolima, Colombia. |
A unos la emergencia los encontró lejos de casa. Minea Ávila, una abogada que acababa de mudarse a Durango por trabajo, aguarda que reabra el Poder Judicial. José Rivera, un ingeniero, se quedó varado en Caracas sin cable ni internet. En Belo Horizonte, Juan José Magá y su compañero de piso, que no lograron volver a su natal Perú, leen y practican el deporte preferido de su patria: cocinar. |
Puertas adentro otros ven oportunidades para emplear bien el tiempo. Celita Alamilla, en México, aprecia vivir “sin frivolidades ni gastos superfluos”. Ana María Montero sube a la azotea en Quito para “filosofar” y María Gallego ensaya a distancia con su coro de la tercera edad. José Jaime López en Ciudad de México hace reparaciones domésticas. Karina Gilles reporta que su hogar en Uruguay “está encantado de estar tan limpio” y que “nunca vio tanto sanitizante ni hipoclorito”. |
Abandonar el encierro para algunos sería una travesura mientras que para otros es un gran riesgo. En Santiago de Chile, María Soledad Urquieta planeaba conseguir un salvoconducto para comprar huevos de chocolate y vino, mientras que en Uruguay, Julia Odella, de 75 años, se conforma con actividades online, motivada, dice, por “un enorme amor a la vida y ningunas ganas, por ahora, de partir a investigar qué hay después de ella”. |
Domingo de Fuenmayor, de 81 años, se perderá de ver picapinos y herrerillos en un pueblito del Prepirineo catalán y, para estar en forma, hace 25 pasillos de 40 pasos varias veces al día: “Esperemos que pase esta pesadilla y que salgamos de ella mejores, que nos haya servido para conocer el verdadero valor de las cosas”, escribe. |
| Glenn Harvey |
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